“ACEITE” на російській мові

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La sopesó un momento para comprobar que no había rastro de aceite —la había estado limpiando un rato antes—, quitó el seguro con el dedo pulgar, fue hasta la cama y accionó siete veces la corredera para hacer saltar los seis cartuchos del cargador sobre la colcha.

Un cartel anunciando la película Tres lanceros bengalíes y otro de aceite Giralda.

Mirando sin ver las llamas que titilaban en el aceite de foca, Kitiara se quedó sentada un buen rato mientras fraguaba sus planes.

La luz provenía de una mecha puesta en un plato con aceite.

Sobre una roca había extendida una pequeña colección de objetos: un par de tijeras, un paquete vacío de Gold Flake, cinco tapones de botellas, un cierto número de fósforos usados, tres trozos de cordón, uno o dos fragmentos de periódicos, un trozo de una pipa aplastada, cuatro botones, el hueso de una pata de pavo y un botellín de aceite para el sol, vacío.

A su novio lo habían fusilado y a ella le habían dado tanto aceite de ricino que en cuanto caminaba cien metros se cagaba… No era bonita, pero parecía una niсa asustada esperando siempre que alguien le diera tres bofetadas… Me dio pena…Damián Centeno le miró de reojo, incrédulo:— ¿A ti?

Aurelia y Yaiza habían hecho su aparición sobre cubierta alarmadas por el silencio y la inmovilidad del barco y observaron cómo el sol comenzaba a hacer su aparición sobre un océano que parecía de aceite azul aсil.

, yo me estuve untando de aceite y tomando baños de sol y ella se dedicó a dibujar.

Con agua, unas gotas de aceite y unas «rapas» de queso, los más pobres amasaban en el «zurrón» de piel de conejo una pasta Maíz o trigo tostado y luego molido hasta formar una harina compacta que les mataba el hambre; otros le echaban «gofio» al potaje, la leche o la más aguada de las sopas, que ganaba así cuerpo y calorías, y a los chiquillos les encantaba aplastarlo con plátanos maduros, o formar una bola con miel.

Con su zurrón, un saco de «gofio», un queso y una pequeсa lata de aceite que la previsora Aurelia había aсadido al contenido de su macuto, ya de lo único que tenía que preocuparse era de que no le faltase agua de mar a la cafetera en constante ebullición, dormir de día y dedicar las noches y los amaneceres a buscarse el sustento con ayuda de un sedal y unos anzuelos.

De los bañistas, algunos estaban en el mar, otros tendidos al sol y los demás untándose generosamente el cuerpo con aceite.