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Toede tuvo que contentarse con asistir a su primera asamblea con la esplendorosa armadura de dragón completa; las escamas de la armadura pesaban casi tanto como si siguieran en el reptil y causaban gran sufrimiento e incomodidad al pobre hobo, además de entorpecerlo hasta el punto de que, en lugar de ir a lomos del semental negro, lo tuvieron que transportar a la asamblea subido en una carreta.
Fue en verdad una noche memorable, cenando y bailando a la luz de las velas, a orillas del tranquilo Caribe; noche de millonario con una hermosa mujer entre los brazos, el mejor champaсa, y el más lujoso ambiente; noche en la que el dinero de los Quintero de Mozaga corrió con una prodigalidad con que jamás había corrido anteriormente, prodigalidad que hubiera hecho enrojecer de ira a los fundadores de la estirpe, que tuvieron que colocar piedra tras piedra, aсo tras aсo, en torno a las primeras viсas para que dieran fruto, éste se convirtiera en vino, y algún día la fama de ese vino fuera de boca en boca para iniciar así, con inaudito esfuerzo, la fortuna de la Hacienda Quintero.
Tanto Kahlan como Richard tuvieron que ir apartando de su camino enredaderas y masas de musgo.
Las sombras rozaban el suelo y tuvieron que elevarse para salvar un tronco caído.
Dos ministerios tuvieron que autorizar su declaración.
No duró en total más de doce minutos, los últimos de los cuales constituyeron en verdad un auténtico ensaсamiento por parte de la ^ente de Damián Centeno con los escasos rivales que se mantenían en pie, y al final incluso los ancianos tuvieron que interponerse para evitar que entre Justo Garriga y un gallego destrozasen al hijo de Maestro Julián, al que una especie de amor propio sobrenatural e incomprensible mantenía en pie, apoyado en la pared, pese a la monumental paliza que estaba recibiendo.
Alcanzaron a los pocos minutos una amplísima sala de alto techo al que ni siquiera la luz del carburo alcanzaba, y más allá los «bardinos» se introdujeron por una especie de tronera que los hombres tuvieron que recorrer a gatas durante un tiempo que se les antojó infinitamente largo.
Era la decisión más sensata y Abel la impuso, por lo que tuvieron que apiсarse los cinco, dos sobre cada litera y Asdrúbal en el centro, pendientes de las sucesivas pasadas de la bestia que parecía ir aumentando su presión hasta un punto en que la goleta comenzó a balancearse como si una mano de cíclope la estuviera meciendo y algunas tablas restallaron, amenazando saltar convertidas en astillas.
Los magos tuvieron que matar a muchos.
Pero el gran mago puso freno a la magia de Panis Rahl y gracias a su ayuda las legiones invasoras tuvieron que retroceder hacia D’Hara.
No tuvieron más remedio ante la persistencia de Hugh.