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El Con Dar es una empresa suicida.
Grag relató cómo había muerto Verminaard a manos de sus asesinos; que Dray-yan, el aurak, había concebido la idea de hacerse pasar por Verminaard a fin de fingir que el Señor del Dragón seguía vivo; que Dray-yan y él habían tramado la caída de Thorbardin; que habrían tenido éxito en la empresa de no ser porque la magia, la traición y los dioses de la Luz habían desbaratado sus planes.
Sin embargo, la empresa no era fácil.
Nunca había acosado a una mujer y, siendo quien era en aquel hotel, debía dar ejemplo en la empresa.
En su interior reñían, visiblemente, el apego a las reglas y la audacia de la empresa.
La empresa le parecía desesperada.
La llama de los ojos de lord Soth titiló, pero Takhisis estaba tan apasionadamente inmersa en su empresa que no lo vio.
Hace tres años, una empresa suiza empezó a fabricar en Europa un ungüento de hormonas según la patente americana de Pfitzer.
Consultó con Raggart el Viejo, que dijo que los dioses enviaban ese buen tiempo como señal de que aprobaban la arriesgada empresa.
Era una empresa ímproba; había demasiado terreno que cubrir.
Eran ciudadanos americanos que inesperadamente y por razones personales habían tenido que interrumpir su estancia en Nápoles, uno porque en su empresa se había declarado una huelga y el otro porque debía comparecer ante un tribunal como testigo de cargo contra una empresa constructora que había instalado deficientemente la conducción de agua en un edificio de su propiedad.
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