“GUSTO” на російській мові

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синоніми

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afición simpatía

дієслово

disfrutar agradar

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Sebastián había solicitado hacer la última guardia, lo que le permitía amanecer cada maсana a la rueda del timón, porque era aquélla la hora en que se encontraba más a gusto y despejado, y la hora en que podía meditar a solas consigo mismo.

Se mantuvo firme y se volvió para hacer frente a los baaz, que gritaban y babeaban de gusto por la matanza fácil que se avecinaba.

Nadie más que tú debe saberlo… Ni siquiera mi madre… Empezaría a gritar y armaría un escándalo de todos los demonios… Me convertiría para siempre en «la Violada», y ni Honorio ni yo podríamos vivir a gusto en este pueblo… Y aquí he vivido siempre, y aquí quiero seguir viviendo…Aurelia asintió en silencio, y nada dijo mientras preparaba la achicoria que hacía las veces de café en tiempos de penuria.

No lo sé, pero apretando fuerte supongo que de seis a ocho horas… Si no hay marejada vuela sobre el agua… ¡Da gusto verle!

Había comprado en La Guaira una caja de largos y magníficos habanos, y fumó despacio paladeándolos junto a un gran vaso de ron fuerte y aromático, con lo que se sintió perfectamente a gusto y en paz consigo mismo, convencido de que había encontrado el lugar idóneo para pasar desapercibido y meditar con calma sobre la forma en que acabaría con los Perdomo «Maradentro».

Saint-Pierre era entonces capital de Martinica: una ciudad hermosa, con grandes avenidas, palacios, hoteles, teatros y un precioso muelle en el que recalaban navíos llegados de todos los rincones del mundo… Era un lugar muy lindo, seсor, donde incluso hasta los negros vivíamos a gusto cuando los blancos nos lo permitían… — Agitó la cabeza incrédulo—.

Una vez que hayamos atrapado al que distribuye la droga, tendré mucho gusto en entregárselo, general.

Por lo tanto, tendía siempre a enojarse y a no encontrar nada a su gusto.

Cualquiera subiría con mucho gusto a diez mil pies de altura en su obsequio.

Los tomaba en un pequeño instituto próximo a su hotel, en la Piazza Municipale, y comía siempre en el restaurante del hotel, pero al cabo de nueve días armó un escándalo, quejándose del gusto amargo de las comidas.

El libro más aburrido que uno pueda imaginarse, de los que acumulan polvo en una estantería porque nadie los elige por gusto.